Un carrusel formado por vegetales oníricos. Las hojas y las formas aparecen por un lado del cuadro y desaparecen por el otro, para volver a surgir. Es como la rueda del eterno renacer. Parece que las cosas se repiten, pero si te fijas todas son distintas, aunque se asemejen, siempre hay un cambio, un matiz, un aluz que hace a cada cosa única.
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