Una medusa tranquila. Flotando en la inmesidad de un azul que solo rompe ella con ese amarillo traslucido. Está tan plácida,tan en su elemento, fluyendo, que casi se nos olvidan las consecuencias de tocarla y podríamos ceder a la tentación de acariciar algo con tanta gracia, tan bello. Belleza tan pura que solo es posible por la ignorancia del propio animal. Si fuese consciente del efecto que provoca, dejaría de ser tan bella.
A veces encuentro en la vida personas en las que su encanto radica en no ser conscientes de su don y así lo ofrecen de forma pura, sin la interferencia que provoca saber que eso que das, es algo especial.
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